sábado, 24 de noviembre de 2007

Guantes verdes





Cuando no se que hacer intento gastar el tiempo en tascas podridas a punto de entrar definitivamente en quiebra. Entro en locales abandonados por el exito, que exhiben, con una peqeuña esperanza de recuperacion, espectaculos deprimentes de la mejor chica del local, con mejor me refiero a una mujer entrada en años, 40 o 45, excesivamente delgada, no tiene ni formas ya, por todas las veces que se ha debido quedar embarazada, entre abortos, y accidentes su figura se ha ido deformando asta quedar una figura tristemente andromorfica.
La chica, que seguramente tendra un nombre pobre, uno de esos que te regalan al nacer, Maria, contonea su figura acariciando un microfono y entonando lo mejor posible, tratando de no sentir el frio en sus carnes a traves de ese vestidito ligeramente ceñido y que deja entrever la mayor parte de su cuerpo y su figura.Detras de ella un saxofonista, con un poco de mejor aspecto los mofletes rojos e hinchados, un traje negro, desgastado y unos zapatos ya mui estropeados por las condiciones atmosfericas y los quilometros andados, entona esa conocida cancion, ahora no recuerdo su nombre, sus dedos se mueven al compas de los golpes de voz que emite la cantante.



Los dos se miran continuamente, muestran sus verdades en el escenario, sin duda son una pareja, una pareja estropeada, no funcionan ya en ninguno de los aspectos de una pareja formal, pero siguen juntos tocando en aquel estupido antro, por que estan tan enamorados el uno del otro que saben que si se separan sus vidas seran mucho peores y acabarian muriendose de pena.
La dueña del bar, una señora que pintaria bien vestida en los años 50, algo regordeta, un peinado un tanto exagerado para aquel lugar. Secaba los vasos con un trapo agujereado y mugriento, mientras miraba con atencion a los artistas, le encantaba esa cancion, se notaba, quiza le recordaba a su marido difunto, a su amor de juventud, a sus años mas prosperos en aquella taberna...
Se quedaba petrificada con una ligera sonrisa entre sus labios color carmin, mal pintados y sus ojos como platos lo mejor perfilados posibles que le permitia su pulso.


entre la barra y el escenario, que cubrian una esquina del local habia tres o cuatro mesas con unas cuantas sillas, diferentes cada una, poco presuspuesto decian aquellos detalles.

Solo habia dos ocupadas.
La primera mesa, la mas acercada al escenario y la ultima de la esquina del fondo.

En la primera se encontraba un hombre viejo, que parecia estar atontado con Maria. En la otra mesa, un hombre con jersey y camisa. Intercalaba su mirada entre el escenario y la barra, parecia estar vigilando a la dueña, parecia seguir cada uno de sus movimientos, no paraba de acecharla, estaba claro que no venia alli para ver el espectaculo ni para perder el tiempo como yo.Venia a vigilarla a ella, un posible amante que habia quedado prendida de ella, que habria vuelto despues y habria sido rechazado una y mil veces por ella. Asi acabaria resignandose a verla de esa manera, disimulando pero no disimulando. Tristes vidas.

Empuje la sucia puerta, a penas hizo ruido, me esperaba que chirriara ruidosamente al menos, pero, para mi sorpresa no fue asi, observe aquel amibiente, y decidi no darle mas trabajo a la mujer de detras de la barra asi que me dirigi hacia ella y le pedi lo de siempre, no habia ido nunca, pero ella no dijo nada, agacho la vista y cogio un vaso, mientras le echaba hielo me di la vuelta y busque el lugar mas reconfortable para mi labor, observe una mesita en frente al escenario, pero no estaba mui pegada, tampoco demasiado alejada de el como para no sentir el calor del espectaculo. Decidi sentarme alli. Maria me miro de arriba a abajo. Despues hecho una mirada de complicidad a su compañero, el saxofonista, y volvio a su cancion.

Al poco rato entro una chica, mui corriente para la mayor parte del mundo, pero, sin duda, yo encontre en ella algo que no habia encontrado en nadie, no se que era...Me quede mirandola, abrio la puerta de golpe, la dueña se volvio a mirarla, apresuradamente la chica dejo su bolso y su chaqueta dentro de la barra y se coloco una especie de mandil a rallas que le cubria desde la cintura hasta las rodillas, a juego con el de su jefa, pero mas gastado.


La señora del peinado exagerado la miro con rabia y exclamo por lo bajo- Llegas tarde!
-Lo se-contesto la chica
-Piensa que como sigas asi te rebajare mas de la mitad de tu sueldo.
-No lo volvere a hacer, me quedaria sin sueldo, y vendria a trabajar gratis, por que no creo q pueda tener un sueldo peor.
-No te quejes niña! Ya ves como vivimos los de estos barrios. Yo no me puedo permitir mas. Los de antaño si que eran buenos tiempos...
-Vamos Teresa! no empieces con tus historias de antaño y tus cabareteres...
De repente habia cesado la musica, la cancion habia acabado, por lo que la discusion a la que llevaba atento desde el principio ya no fue un secreto.
-Empezare con lo que yo diga niña!-exclamo Teresa enfadada, dispuesta a continuar su historia prosiguio.-Son cabareteras, no cabareteres. Y si, yo fui una de las mas famosas de estos lugares. Conmigo se llenaban locales, y cajas a mi costa, se peleaban por verme actuar y por contratarme, tonta de mi que acepte aquel estupido negocio- golpeandose la cabeza como si lamentase todo eso.-si no lo ubiera echo, ubiese sido grande, muy grande!
Ahora ablaba para todos, todos la escuchabamos. Los dos del escenario pusieron una cara como de haber escuchado la misma historia cien mil veces de las antiguas. La jovencisima camarera seguia a lo suyo, habia cogido la bandeja y se dirigia hacia mi.

-Aqui tiene- exclamo en voz baja para no interrumpir a su jefa, sabia que no debia acerlo llegados a este punto de la historia.
-Gracias- le correspondi yo por la amabilidad de su voz.


Proseguia Teresa

-O crees que no me habria casado yo ocn un hombre rico, hubiese tenido mucho dinero, muchos hijos y me hubiese retirado del negocio en lo mas alto, no lo crees? Pues hubiese sido asi.Pero no lo ha sido, no, la mayor parte de las cosas que queremos no se cumplen.


Empezaron a tocar otra vez, pretendian acerla parar, al menos por un rato para que cogiese aire la pobre mujer.

Esta si la reconoci a la primera, Every breath you take de The police, cantada con una melodiosa voz, parecia diferente voz a la anterior. Pero no lo era. Era la misma, seguro que esta la abian ensayado por lo menos 40 veces mas que la otra.



Bebi aquel trago amargo que parecia vinagre con hielo y me dispuse a recuperarme inmediatamente de la sensacion de mareo que empezaba a tener por aquel brebaje malsano.


Senti que se me iba la cabeza. descruce las piernas y vi que todos me miraban.
-¿que pasa?- exclame.
Y me desmaye, rotundo.

lo ultimo que recuerdo antes de desmallarme es la imagen que vi al entrar del cartel que decia:...

1 comentario:

Carlos L. dijo...

Interesante...
Mil veces describín antros coma ese... Sempre me pareceron algo fundamental...

Beijos Ta*

PD.: Pronto poñerei algún relato no flog... dígoo pq no blog teño unha historia xa escomezada :)